La gente que me rodeo
fue buena, con excepción
del joven del balcón
aquel de mirada baja
del pico y el tambor
aquel con el que pelear era un ritual
y ganar era llorar
si lo volviera a ver reiría de emoción
pues aun que no conocí su corazón
me inundó la pasión del besos sin olor
sin color, y sin sabor
el beso de los sueños
y aun en sueños se quedo
que joven, que olor, cuanta pasión
a su alrrededor
yo estupefacta, mirando a escondidas
él nunca me miró
pues, él nuna existió
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